Beatificados 47 Mártires MARISTAS

Beatificados 47 Mártires MARISTAS
 
El Catecismo de la Iglesia Católica define el martirio como “el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega a la muerte. El mártir es un testigo de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad”.
La ceremonia de beatificación más numerosa de la historia, la de 498 mártires del siglo XX en España, se celebró en la Plaza de San Pedro del Vaticano el 28 de octubre de 2007 con toda solemnidad. De estos mártires 47 eran Hermanos Maristas.

En esta ceremonia, que fue un signo de Comunión con la Iglesia Universal , se reconoció el testimonio heroico de algunos de los numerosos Hermanos que han entregado su vida como signo de fidelidad a Cristo. El mártir es un TESTIGO, que, aún amando a la vida apasionadamente, es capaz de renunciar a ella si lo requiere el anuncio de la Buena Nueva del Amor de Dios al hombre.
 
Total de Hermanos muertos
violentamente por la fe
África 13
América 1
Asia 10
Europa 175
Oceanía 5
Total 204
 
A lo largo de la historia muchos Hermanos han entregado la vida por coherencia con su fe.
El primer Hermano marista mártir fue el hermano Jacinto en la isla de San Cristóbal (Islas Salomón, 1847) hace 160 años. Este Hermano había inaugurado, en 1839 en presencia del Padre Champagnat, el noviciado de Vauban, con siete novicios. Desde entonces 204 Hermanos han entregado su vida en el martirio, de ellos el grupo más numeroso -175 HH.- corresponde a España (casi todos en los años 30 del siglo XX). Otros trece Hermanos fueron asesinados en África, uno en América, nueve en Asia más un postulante chino, y cinco en Oceanía.
En la reciente ceremonia de Roma fueron beatificados un Hermano asesinado en 1934 y 46 en 1936.
El 6 de octubre del año 1934, el Hermano Bernardo (Plácido Fábrega Juliá) fue asesinado en Barruelo, Palencia, (España). Tenía 45 años.
Había sido nombrado (1925) Director de la escuela de las minas de carbón de Vallejo de Orbó donde su apostolado se centró en la formación de los hijos de los mineros. Amaba apasionadamente a este pueblo trabajador y pobre. Consciente de las carencias de aquellas familias, quiso ofrecer a sus hijos oportunidades de un futuro mejor y desarrolló numerosas iniciativas encaminadas a mejorar no sólo su educación sino también sus condiciones de vida.
Los superiores le pidieron asumir la dirección, en 1931, de la escuela de Barruelo de Santullán, pueblo también situado en una zona minera.
El 6 octubre de 1934, hacia las 4 de la mañana, fue asesinado. Su cuerpo fue objeto de insultos, mutilado, arrastrado por los pies hasta la huerta de los Hermanos, donde quedó abandonado durante 24 horas. Sus restos reposan en la iglesia parroquial de Barruelo de Santullán.
En las últimas horas del 8 de octubre de 1936, fueron fusilados otros 46 Hermanos entre ellos los Hermanos Laurentino (Superior Provincial de España que tenía a su cargo a 800 Hermanos) y Virgilio (destinado a sucederlo en esa responsabilidad). En el grupo había un Hermano de 19 años, el más joven, y otro de 62 años, el de mayor edad. (40 de los Hermanos no habían cumplido los 40 años). Vemos que es un grupo joven el que fue al martirio.
El hermano Laurentino tuvo la posibilidad de trasladarse a Italia, pero prefirió quedarse con sus Hermanos perseguidos. Logró hacer pasar a Francia a 117 jóvenes formandos, pero él y otros 106 hermanos cayeron en una trampa tendida por la FAI.
El 7 de octubre de 1936, en el puerto de Barcelona, quedan arrestados en el buque Cabo San Agustín, que tendría que haberlos llevado a Francia, después de haber pagado la cantidad de dinero acordada con la FAI.
Durante la noche siguiente, 46 Hermanos de aquel grupo, entre ellos Laurentino y Virgilio, son asesinados en los cementerios de Barcelona. Entre estos Hermanos se encontraba Victoriano Martínez Martín, que, en su Profesión Religiosa, según la costumbre de su época de cambiar el nombre civil al ingresar en la Orden , adoptó el nombre de Hermano Isaías María. En septiembre de 1927, a la edad de 27 años, fue destinado a la Comunidad de Málaga, formada entonces por 11 Hermanos. Durante un curso fue Profesor del Colegio Marista de nuestra ciudad, entonces sito en Calle Santa María 12, junto al Hermano Guzmán que, tres años antes, lo había fundado.
El Hermano Isaías se encontraba el 18 de julio de 1936 en la comunidad de San José Oriol. Tras la quema y los registros domiciliarios efectuados por hombres armados, no lo pensó más y fue a refugiarse en la residencia provincial. También había dado pasos para desplazarse a Madrid. Pero, antes de partir, le llegó la invitación a unirse al grupo que iba a pasar a Francia por mar y se embarcó con los demás en el Cabo San Agustín. Desde allí lo llevaron a la checa de San Elías, y cuando se hizo la lista para el “paseíllo” de la muerte fue incluido entre los designados.
Nuestro Beato nació el 1 de marzo de 1899 en Villalbilla de Villadiego (Burgos), donde sus padres cultivaban unas tierras. Su vida marista comienza con el ingreso en el Juniorado de Vic (Barcelona), el año 1912. Hace los primeros votos en 1915 y en 1920 se compromete con el Instituto a perpetuidad.
Su apostolado con los jóvenes se desarrolla en Lleida, 1917; Madrid (Cisne), 1924; Málaga, 1927; Lleida Montserrat, 1928; Mataró (Valldemía), 1929; y finalmente Barcelona (San José Oriol).
Era un hombre decidido, luchador y de carácter sincero y abierto. Pocos traslados y poca movilidad en su currículo docente. Es una observación significativa para aquellos tiempos en que las necesidades y otros motivos obligaban una mayor variación de destinos, especialmente al tratarse de un Hermano joven.
Entre los Hermanos que asistieron a la beatificación en Roma se encontraba el Hermano Francisco Peruchena, de 91 años de edad, que salvó milagrosamente su vida y se encontraba aquella noche en el barco mencionado. Reside en Benalmádena en la casa destinada a los Hermanos Mayores y recuerda con todo detalle las intensas propias experiencias vividas como “confesor” de Cristo, y el testimonio de fe y perdón de los mártires hacia sus verdugos.
Los Hermanos mártires “Lo entregaron todo, de una sola vez, y buscaron únicamente Evangelio y paz. Se jugaron la vida como aquél de Nazaret. Caminaron sin temer nada, con valor, siempre fieles a Dios. Eran religiosos, no políticos: Eran hombres normales, sencillos, con gran espíritu de trabajo y de superación; fieles a sus principios, preocupados por los demás; eran hombres jóvenes que enseñaban con alegría y que amaban a los niños de sus escuelas; compartían la pobreza y las dificultades de la vida, muchas de las cuales eran debidas a su condición de religiosos. Nuestros Hermanos no tenían ni querían tener otra política que la dedicación a la enseñanza y el seguimiento de Jesucristo” (Revista “Presencia marista”)
Con estas líneas queremos hacer “memoria agradecida” no sólo de estos Hermanos beatificados en Roma, sino reconocer a otros muchos – HÉROES EN EL SILENCIO los llamó el Hermano Benito Arbués, siendo Superior General- de los que escribió: “Hay un grupo numerosos de Hermanos que, aunque no hayan derramado su sangre, han sido héroes en la vida de cada día, en sus puestos de misión y mediante una entrega generosa. Algunos de ellos han arriesgado su propia vida por amor y solidaridad a los demás, en situaciones de crisis social, de guerras o de inestabilidad política de algunos países, y os digo que siento admiración por su fidelidad y valor. Simplemente me siento orgulloso de tener Hermanos tan extraordinarios”.
Fernando Orellana Ramos
Afiliado al Instituto de los Hermanos Maristas
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